10 de julio de 2007

El Regalo


Una tarde en que él caminaba por Barrancas se convirtió por casualidad en espectador de mi domingo de tango. Me vio sentada en las escaleras. Me descubrió en ese glorioso momento en que, cigarrillo en mano, me cambiaba los zapatos. Me vio con ojos perspicaces y entendió que no se trataba en absoluto de un mero trámite, o de una simple transformación. Su mirada capto el placer que encerraban esos minutos, que yo trataba de prolongar, en esos minutos que anteceden al baile, en los que todo es posible. Y yo vuelvo a soñar.
No lo volví a ver pero me dejo un regalo. Hoy publico su foto tratando de recuperar algo de la mujer que fui ese día, algo de esa felicidad despreocupada.
Quienquiera que seas, gracias por el regalo.

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